lunes, 6 de mayo de 2019

Imagina una magdalena

Imagina que eres yo.

Estás a mediados de marzo y está tu suegra pasando unos días en casa. Los niños duermen amontonados y cada día hay alguno en tu cama.

Imagina que Pedro ha cumplido 39 años. Ese día ha montado una cena con más de 30 personas; tú has ido a saludar, pero no te has quedado. Tu regalo han sido unas raquetas de pádel y un sábado en paz y soledad. Ese viernes te acostarás temprano porque el sábado vas de excursión con suegra y los tres churumbeles.

Has escogido como destino el Safari que hay en Aldea del Fresno; para llegar has conducido una hora y los tres han llegado dormidos. Habéis visto avestruces, girafas, un lobo; habéis alimentado a lo que habéis podido con zanahorias. Has conducido con Adrià en brazos. Resulta que en el recorrido por dentro del parque, hay mucha caravana y te han dado calambres en la pierna de pisar el embrague.

Tras calmar a Carmen y Adrià por su miedo a las cabras, has impedido que Manel le dé besos a todas las que encuentre. Habéis vuelto a montar en el coche polvorientos, agotados y contentos. Has conducido otra hora de vuelta con curvas y más tráfico hasta casa.

Al llegar, habéis pensado en salir a cenar, pero os ha podido la pereza; y, mientras bañabas a los niños, has pedido comida mexicana a domicilio por una aplicación del móvil por primera vez. Ya ha terminado la cena infantil y tú tienes hambre porque tampoco has comido mucho a mediodía ya que la prole ha devorado las albóndigas que llevasteis.

Esperas tu comida y no llega, abres la aplicación e intentas saber cómo va. De repente aparece el mensaje "pedido cancelado", tu rider ha tenido una avería y te quedas sin cena. Te entristeces y enfadas, pero intentas recomponerte: hay hummus en la nevera. Ya no está, Pedro se la ha comido hace un rato. Maldices, él se ofrece a salir o buscar comida, tú ya no quieres. Son más de las diez y media de la noche y te hundes.

Encuentras dos magdalenas que han sobrevivido a la merienda del safari; te preparas un colacao y te sientas a comeértelas. Tu marido está frente a ti, él intenta que no pierdas la poca cordura que te queda. Cuando te estás comiendo la primera, aparece Manel (el mismo que nació en tu cumpleaños) y dice:

-¡Oooh, magdalena!

Y se lleva la otra. Tu vida se hunde a tu alrededor y te echas a reír y a llorar, no sabes bien. Tu hijo te mira espantado con la magdalena en la mano, la muerde. Cierras los ojos y desaparece. Ha echado a correr hasta el sofá para comérsela tranquilamente sin la loca de su madre.

No sabes si ocultar la anécdota para siempre o utilizarla como bandera de tu pringadismo.

Ese domingo, Pedro trabaja un rato por la mañana, pero reserva para comer contigo en un restaurante siciliano que te apetecía probar.

Cenarás mexicano a domicilio.

Manel sí comparte comida con los animales

Los 15 kilos de Adrià en tus brazos

Carmen graba vídeos a su padre para contarle que le encanta la rutilla

Camello en busca de más alimento

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