jueves, 24 de octubre de 2013

Yo de eso no como

Uno de los primeros días de curso de este año, vi a dos hermanos esperando junto a la Secretaría del colegio. Tienen ocho y siete años y nadie les había ido a recoger. Uno de ellos lloraba. No era la primera vez que pasaba y alguna maestra protestaba. A mí me dan pena estas situaciones. Los niños son muy sensibles y no son los responsables de eso. No me gustan que escuchen cosas de mayores.

Me acerqué a darles conversación. Otra maestra entró en el Comedor a buscar algo para matar el rato y el gusanillo, les llevó pan con pollo rebozado. No lo quisieron. Dijeron que de eso no comían. ¿El pollo? ¿El pan? ¿Todo junto?


Me hizo recordar otra situación,  una alumna mía se desmayó. Resultó ser por no haber desayunado. Se habló con  los padres. No tenían dinero ni para el taxi que los debía llevar al hospital. Se les entregó dinero y se llamó a Servicios Sociales, la Educadora los visitó y comprobó que en aquella casa de familia numerosa no había NADA que comer. Armarios vacíos.

Se les asignó ayuda de urgencia.

Le dio a la madre 50 euros para ir al supermercado.

Debía gastarlo todo.

No comprendía el gastar esa cantidad de una sola compra.

Después se les consiguió beca completa para el comedor escolar para las niñas. El primer día que se quedaron, nos avisaron desde cocina. Decían que no comían. Bajamos a verlas. No estaba mi alumna, sino una hermana menor. Se negaba a comer carne. No era halal, pero no era cerdo (no se lo ponían a los
musulmanes) y por ahí no íbamos a pasar. La necesidad proteíca clamaba al cielo. Más allá del tema religioso, era un asunto de no estar acostumbradas a comer eso, tampoco pescado. Apenas, nada.

Si no había dinero, menos aún productos frescos. Tras nuestra intervención las niñas comieron, sin rechistar. Siempre.


Para no dejar esta sensación deprimente, voy a contar otro caso: tuve una alumna que tomó biberones hasta los cuatro años, después la alimentaban con frankfurts. A los once años iba al logopeda por no hablar bien. El proceso de masticación estaba tan mal adquirido que le produjo otros problemas.


Así que, de eso SÍ se come. Se DEBE comer.

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