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miércoles, 18 de marzo de 2020

Querida vecina de abajo

Querida vecina de abajo:

No puedes salir, yo tampoco.

Tienes dos hijos adolescentes (les calculo entre 17 y 20). La edad sumada de los tres míos es 14.

Tienes un perro que ladra, yo tengo un gato que maúlla.

Debes llevar años aquí, yo llevo unos meses. Pero ya vivíamos en la misma urbanización, así que nos deberíamos haber cruzado alguna vez.


Tu hijo subió una lluviosa tarde de sábado en enero porque los niños le molestaban con su ruido. Mi paciente marido le dio su número; llamó unas semanas después un martes porque le habíamos despertado a las 8:15 (nos íbamos al colegio).

Tú llamaste el lunes de noche (21:45) mientras yo acostaba a mis hijos. Ya llevábamos cinco días de encierro. No te presentaste, simplemente empezaste a quejarte del ruido.

¡Ay, el ruido! Tres niños de 7, 4 y 3 se mueven por casa; a veces, lloran o gritan. El sábado les permití hacer cinco minutos de carrera por casa.

Todo el tiempo van descalzos.

No juegan a la pelota, no hay canicas.

Le dices a mi marido que viste a uno de mis hijos en el rellano de mi planta con la moto. Era miércoles y aún salíamos. Llevé a los niños a que se movieran un poco por el patio, me tuve que acordar que había una mujer (que no saludó) que entraba en la casa de enfrente.

¿Sabes qué? Yo también oigo ruidos y no digo nada.

Quizá porque estoy hecha de la misma pasta que tus vecinos, que "nunca se quejaron cuando tus hijos eran pequeños".

Se le llama educación, tolerancia y respeto al otro.

Te prometo que me esfuerzo enormemente en mantenerlo. Haz lo mismo.


Y, como te dijo mi marido, te pedimos que no nos vuelvas a llamar. Si tienes quejas, usa los cauces a tu alcance.


-Policía, dígame.

-Señor agente, los vecinos de arriba me molestan.

-Señora, son las seis de la tarde. ¿Hacen una fiesta?

-No, son tres niños y juegan.

-Señora, está prohibido salir.

-Pero...

-Adiós señora.




A a semana de vivir aquí, tocó Halloween.

domingo, 15 de marzo de 2020

No es un diario de Cuarentena

Estoy agobiada. Como muchos, supongo.

Hace una semana, el conserje de nuestro colegio se puso en centro y la sustituta que llegó no abrió la puerta que da acceso al colegio desde el patio. Los compañeros bromeaban "podríamos cerrar", "Lucía, pon el colegio en cuarentena".

Cada vez que uno de nosotros tuvo un moco o tos en el trabajo, reímos sobre el mismo tema. Creíamos desear esto.

El lunes por la tarde ya lo pudimos imaginar y, al poco, la Cadena Ser publicó que se cerraban los colegios de Madrid. Envié el pantalla por WhatsApp y ya estábamos.

Último día de colegio, dar la cara, sonreír. Preparar, organizar... A las compañeras del comedor les comunicaron que, a causa del cierre escolar, estaban despedidas. ¿Las monitoras de extraescolares? Las de hijos, por ahora sé que siguen teniendo trabajo.


Y llegó el primer día sin niños, en el que nos creímos de huelga y con servicios mínimos. Hemos tardado en darnos cuenta de que estamos en cuarentena, que estamos aislados, solos y un poco asustados.


Hoy mi marido cumple 40 años y aunque él no es muy de celebrar, hubiésemos ido a comer / cenar y al teatro.

Mis padres tenían que llegar ayer, no les veo desde el 31 de diciembre, que salí de Barcelona después de Navidad. El martes ya les dije que no viniesen. Me ha dolido en el alma.

Y tenía un viaje planificado con los amigos de Barcelona, nos íbamos a Huesca unos días en abril; después a Barcelona unos días. Y en mayo, París; un viaje soñado y contratado en septiembre.


¿Y ahora? Pues ahora no lo sé. Estamos en casa y estaremos el tiempo que haga falta. Mis planes cancelados son mis pequeñas penas, pero son diminutas. Nos jugamos mucho más.

Voy a intentar evitar la crispación, intentaré aislarme también por dentro y recordar lo bueno.


Escribiré para recordar y soñar con lo que viene.

Adrià y Manel en La Granja de San Idelfonso el pasado otoño.

lunes, 6 de mayo de 2019

Imagina una magdalena

Imagina que eres yo.

Estás a mediados de marzo y está tu suegra pasando unos días en casa. Los niños duermen amontonados y cada día hay alguno en tu cama.

Imagina que Pedro ha cumplido 39 años. Ese día ha montado una cena con más de 30 personas; tú has ido a saludar, pero no te has quedado. Tu regalo han sido unas raquetas de pádel y un sábado en paz y soledad. Ese viernes te acostarás temprano porque el sábado vas de excursión con suegra y los tres churumbeles.

Has escogido como destino el Safari que hay en Aldea del Fresno; para llegar has conducido una hora y los tres han llegado dormidos. Habéis visto avestruces, girafas, un lobo; habéis alimentado a lo que habéis podido con zanahorias. Has conducido con Adrià en brazos. Resulta que en el recorrido por dentro del parque, hay mucha caravana y te han dado calambres en la pierna de pisar el embrague.

Tras calmar a Carmen y Adrià por su miedo a las cabras, has impedido que Manel le dé besos a todas las que encuentre. Habéis vuelto a montar en el coche polvorientos, agotados y contentos. Has conducido otra hora de vuelta con curvas y más tráfico hasta casa.

Al llegar, habéis pensado en salir a cenar, pero os ha podido la pereza; y, mientras bañabas a los niños, has pedido comida mexicana a domicilio por una aplicación del móvil por primera vez. Ya ha terminado la cena infantil y tú tienes hambre porque tampoco has comido mucho a mediodía ya que la prole ha devorado las albóndigas que llevasteis.

Esperas tu comida y no llega, abres la aplicación e intentas saber cómo va. De repente aparece el mensaje "pedido cancelado", tu rider ha tenido una avería y te quedas sin cena. Te entristeces y enfadas, pero intentas recomponerte: hay hummus en la nevera. Ya no está, Pedro se la ha comido hace un rato. Maldices, él se ofrece a salir o buscar comida, tú ya no quieres. Son más de las diez y media de la noche y te hundes.

Encuentras dos magdalenas que han sobrevivido a la merienda del safari; te preparas un colacao y te sientas a comeértelas. Tu marido está frente a ti, él intenta que no pierdas la poca cordura que te queda. Cuando te estás comiendo la primera, aparece Manel (el mismo que nació en tu cumpleaños) y dice:

-¡Oooh, magdalena!

Y se lleva la otra. Tu vida se hunde a tu alrededor y te echas a reír y a llorar, no sabes bien. Tu hijo te mira espantado con la magdalena en la mano, la muerde. Cierras los ojos y desaparece. Ha echado a correr hasta el sofá para comérsela tranquilamente sin la loca de su madre.

No sabes si ocultar la anécdota para siempre o utilizarla como bandera de tu pringadismo.

Ese domingo, Pedro trabaja un rato por la mañana, pero reserva para comer contigo en un restaurante siciliano que te apetecía probar.

Cenarás mexicano a domicilio.

Manel sí comparte comida con los animales

Los 15 kilos de Adrià en tus brazos

Carmen graba vídeos a su padre para contarle que le encanta la rutilla

Camello en busca de más alimento

lunes, 26 de febrero de 2018

Piojos entre cajas de traslado

El gorro, la posición del chupete, la manga larga en agosto: ¡Gijón!
El 1 de agosto de 2015 y de 36 semanas de embarazo, los Puccos (laBebé, elPapá y yo) nos mudamos de casa en Gijón. De un lado de la calle al otro.

Como somos de natural tranquilos, decidimos ir a una quedada grupal de la escuelina. Era en la piscina de un camping donde íbamos a pasar el día. Lo pasamos genial. Llegó agotada. Al día siguiente fuimos a la playa y la llevamos directa a casa de la abuela para poder deshacer cajas de mudanza.

viernes, 16 de febrero de 2018

Manel se pierde

Su primer viaje sentado en el autobús
Manel se pierde. Tengo que asumirlo. Es un pasota, él decide su camino-. Justo ayer, iba él por el Carrefour con una moto de juguete de exposición y decía "Pallá"; ante mi ataque de nervios con Carmen en otra moto y Adrià en el carro sin capacidad de reacción.

El rey de la velocidad al escapar

Salí con una contractura tal que pasé el resto de la tarde en casa, con ellos encerrados entre cuatro paredes.

Aquí me ausculta tras una taquicardia

Nuestra primera vez fue este verano pasado en Madrid, una tarde de junio en la que yo estaba parapetada en la salida del parque vallado y, de repente, él ya no estaba dentro. ¿Por qué? Pues porque saltó a través de un banco por el extremo opuesto. Carmen avistó una cosa blanca (el color de su camiseta) huyendo tras un perro a mucha distancia. Sí: era él.

Y este agosto, menos de una semana después de que la policía viniese a rescatarlo, llegamos a Gijón. Fuimos al parque de Begoña una soleada mañana de marea alta, allí estábamos los Puccos al completo. Carmen girando, Adrià en su carro y vestido a juego con Bollito, Manel. Yo le iba siguiendo por el parque, que ya me lo conozco, pero tampoco puedo maniobrar bien con el carro gemelar y no puedo dejar al pequeño constantemente abandonado...

Nos encontramos a unos conocidos y me despisté saludando. Y ya no estaba, no veía sus pies (había estado metido en una casita bajo el tobogán). Alerté a elPapá que no me creyó. Fui una vez, dos. Di un pequeño volteo; volví a decírselo al progenitor. Vuelta más grande: no está.

Cuando no se escapa, es adorable
Ahí ya se hizo cargo su padre, mientras yo recogía a Carmen y la arrejuntaba al bebé. Pedro ne hizo un gesto desde lejos de que no le veía; y que iba a dar una rodeo mayor.

En ese momento, mi marido tuvo una visión: el carrusel. Objeto atrayente que gira con bayos y otros amigos de nuestro Houdini. Y allí le encontró. En brazos del feriante, girando tan tranquilo. La policía local también estaba allí, avisados por los propietarios del tiovivo. Nos identificamos y le pudimos recoger.

Él habiá llegado hasta allí por su cuenta y riesgo y se había dispuesto a subir sin encomendarse a nadie (cosa que logró). Le pareció muy mal que yo le obligara a bajar. Pagué dos viajes más, que no le parecieron suficientes y saludamos a aquellos amables señores cada vez que pasamos por allí.

¿Qué he aprendido? Que existen mochilas con correa:

Y que su hermana lo conduce fenomenal


miércoles, 6 de septiembre de 2017

Manel encerrado en el coche (obra teatral)

Casa de playa. Muchos familiares. Hora de la siesta tardía.

MADRE: Deberíamos ir a comprar a Mercadona para la barbacoa que hemos organizado mañana.
PADRE: De acuerdo. ¿Nos llevamos a los niños?
MADRE: Sí, a los mayores.
HIJA MAYOR: Tengo pis. (Madre e hija salen de escena. Se funde a negro).

Saliendo de casa.

PADRE: ¿Vamos?
MADRE: Sí, ¿y Manel?
PADRE: En el coche. (Oye un ruido y corre).

El coche está cerrado, los tres personajes están alrededor. Dentro se ve algo.

PADRE: He arrancado para poner el aire y Manel ha cerrado por dentro.
MADRE: ¿Qué hacemos?
PADRE: Esperar a que abra. Sonríe mucho para que no se ponga nervioso.

Pasan los minutos. Pese a las indicaciones, el niño no abre. No entiende qué debe hacer. Llega una niña de la playa.

SOBRINA: ¿Qué hacéis?
MADRE: Disimula. Manel está encerrado con las llaves dentro del coche. No sabe abrir. No se lo hemos dicho ni a la Àvia, ni al abuelo.
PADRE: Manel, ¡dale al botón!
SOBRINA: ¡La palanca de la puerta! (El niño saluda desde dentro. Intenta entender qué le dicen. Tira los brazos hacia sus padres).
MADRE: Hay que romper el cristal.
PADRE: (Coge un martillo) Mantenedlo lejos de la ventana. (Golpea por el lado del copilato. No consigue romper).
HIJA MAYOR: (Llorando) ¡No rompáis el coche!
MADRE: Llamo al seguro. (Se aleja a llamar por teléfono. Salen unos vecinos. Charlan con ella. Aparece la Àvia. No se oye lo que dice y no habla, pero su descontento y nerviosismo es patente).
PADRE: Manel, ¡el botón!
MADRE: Dicen del seguro que ahora viene alguien, pero voy a llamar a emergencias por si no pueden abrir.

El personaje de dentro alterna estas dos posiciones: encantado divertido, cansado aburrido.

Los primeros en llegar son dos policías locales. La madre habla por teléfono.

MADRE: Dice el de la grúa que él cree que sí puede abrir el coche.
POLICÍA 1: (Tocando la ventana) El coche está frío, no está pasando calor.
PADRE: Sí. el aire está puesto.

El niño del interior se acerca a saludar a los policías con mucho interés. De repente, apaga el contacto del coche.

POLICÍA 2: Anulo los bomberos por ahora. (Habla por la radio).

Se oye un sonido. El padre y el policía 1 se abalanzan hacia las puertas. El niño ha tocado el botón y ha abierto las puertas. Lo sacan. El padre lo coge en brazos y coge las llaves del contacto.

PADRE: (A la madre) Lu, ¡ya está! Ha abierto él.

Ella corre a abrazar al niño. Él corre a jugar despreocupado.

MADRE: Llamo para anular la grúa.

La policía pide unos datos y se despide. Han pasado 50 minutos desde la primera conversación. El niño intenta colarse en casa de un vecino. 

Cae el telón.

FIN


martes, 4 de julio de 2017

El paso de cuna a cama de Fajito (first round)

Los meses van pasando y el medio año de Hijo3 coincidió con la ola de calor. Él ya empieza a estar grandecito para seguir durmiendo en la minicuna; además allí dentro no circula mucho el aure y todos los días se despertaba muy sudado. 

Así que, tomamos una decisión: había que pasarle a la cuna grande donde ya dormía alguna siesta y estaba encantado porque tenía más espacio y algo de brisa. El inconveniente es que Fajito seguía durmiendo en la cuna pero yo lo vi claro: lo pasamos a la cama.

Él es de buen dormir:

El arte del dormir

Y, por ello, yo supuse que sería facilísimo. 21 meses de dormirse en cualquier lugar y circunstancia dan mucha experiencia.

Junto a la cuna, está la cama de invitados que se abre en versión doble y allí él dormiría estupendamente. La abrimos, colocamos a Adrià en la cuna y acostamos a Manel. Al primer intento, el mediano despertó al pequeño tirándole objetos dentro de la cuna.

Nuestra siguiente estrategia fue dormir con él, yo me acostaba a su lado. Saltaba por encima de mí y se iba. Acababa durmiéndose en el sofá de aburrimiento.

También hemos dormido a Manel en su cuna y lo desplazamos ya dormido a la cama; al mismo tiempo, está la cuna de viaje desplegada en el dormitorio de matrimonio y, entonces, lo movemos también a la otra cuna. Incluso llevamos dos noches con el inicio inverso: es Manel quien se duerme en la cuna de viaje y se lo mueve desde allí a la cama antes de acostarnos los adultos.

Después, elPapá o yo dormimos junto a ellos en una habitación-trinchera llena de objetos inverosímiles para saltar a calmar al que se despierte para que el otro no le imite.

Anoche, pensé que le haría la misma rutina que a Carmen: cuento antes de dormir y biberón. Ella se durmió estupendamente, él pareció quedarse en la cama de mayor, pero pasados unos minutos apareció por el salón con un cuento bajo el brazo gritando "¡Nana!" (Rana, hay que quererle y entenderle). Volvió a la cuna de viaje con el cuento y un disgusto.

Una vez se ve encerrado en esos habitáculos con barrotes, se estira y se duerme sin queja. Lo que no entiende es lo de dormir en la cama. 

Antes de acostarme ayer, lo llevé a la cama de mayores y he dormido a su lado. Esta noche ha recorrido los 160 centímetros que separan su lado del borde, me ha pasado por encima y se ha caído de la cama. 

Es la obra la que va pidiendo el material me ha dicho mi madre esta mañana, cuando le explicaba mi reflexión sobre que nos ha vencido.. Quiere decir que aún no es el momento para que él duerma en cama, que puede que sí dentro de una semana o seis meses, pero ahora no. 


¿Y Adrià? Pues no puede volver a a minicuna porque está estrecho y ya está guardada, así que vivirá en la vacacional cuna de viaje a los pies de la cama de sus padres.

Minicuna vs cuna grande


Seguiremos informando. ¿Algún consejo?

jueves, 18 de mayo de 2017

Ingreso en Neonatos 3 de octubre de 2015 - Meningitis vírica aséptica

Era un sábado normal, hacía Sol. Bañé a los niños por la mañana, los vestí y salí a la calle.

Me llamó mi suegra y se cruzó con nosotros, nos acompañó un ratito. Era la primera vez que yo salía sola con la niña en la plataforma, para el carro, que nos habían regalado los compis del trabajo de elPapá. Ella se bajó enseguida, pero caminaba a mi lado. Se paró frente a una tienda de caramelos y el dueño le regaló un anillo de chuche. Compramos una funda para mi móvil nuevo, él lloró. Me llamó un amigo y fuimos a buscar a elPapá.

Al día siguiente mi niño cumplía un mes. Ese sábado cumplía años laChicadelRamo.

Tomamos el vermú, yo dos (los primeros desde hacía más de un año). La niña estaba cansada, metí a Fajito en la mochila y a ella en el capazo a ver si dormía... Él estaba tranquilo. Fuimos hacia casa, venían dos amigos. Íbamos a comer lentejas. La niña se sentó en el sofá y yo me iba a sentar en un sillón y desaté al niño.

Lo noté caliente, él es cálido, pero percibí una diferencia. Fui a buscar un termómetro: 38,4 subía rápido, lo volví a poner. Lo comenté y uno de los amigos me trajo otro para que comprobara que era real. Sí, fiebre.

Un bebé menor de tres meses con fiebre es una visita a Urgencias asegurada y veloz. Nos fuimos elPapá y yo. La niña quedó con los amigos que la cuidaron muy bien y ella ya se quedó dormida en el sofá antes de que le pusieran la comida.

Llegamos al hospital, yo viajé en el asiento trasero con él. Lo envolví en una manta y entré. Rápidamente me dijeron que un niño con fiebre no se debe abrigar, pero aún tengo cosas de vieja y temí equivocarme y que me riñeran.

En triaje le volvieron a tomar la temperatura: 38,9.


Nos atendieron enseguida, lo exploraban mientras nos hacían muchas preguntas (tipo de parto, estreptococo, si la hermana estaba enferma).

Nos pasaron a un box a esperar. Vinieron varias veces a controlarlo. Nos avisaron que lo ingresarían. Le controlaron la frecuencia respiratoria, se le sacó sangre y orina.

Nos subió una celadora y nos llevó a pediatría, allí le dijeron que no, que nuestro niño iba a neonatos, misma planta, pero otra ubicación. Allí lo cogieron, pero no nos dejaron pasar. Nos dieron una bata y una taquilla.

Al poder entrar, nos explicaron que allí se iba con horario de visita. A la edad del nuestro, cada cuatro horas: a las 9, a la 1, a las 5 y a las 9 de la noche. Desde ahí, hasta el día siguiente.

Nos dijeron que podríamos ir a las 7 porque ya eran casi las seis, pero que ya después a las 9.

Bajamos a comer a la cafetería y yo salí a llamar a mi madre y lloré. Yo me iba a ir y le dejaría allí. Solo. Sin nosotros. Ella me decía que era lo mejor que podía ser porque allí lo cuidarían, pero que era comprensible mi tristeza. Estaba dejando un trozo de mí.

Al volver nos preguntaron por sus hábitos: cada cuánto comía, qué cantidad.

Nos fuimos a casa y yo volví a las 9. Pensábamos que sólo podía ir uno (y yo gané). Y sí podíamos ir

martes, 16 de mayo de 2017

En AVE sola con los tres (desenlace final)

Éste es el final de este viaje de da y vuelta vacacional de Semana Santa; no de mis andanzas solitarias por la alta velocidad.

Mi insensatez me hará seguir repitiendo. ¿Por qué? Por esto:

La playa, la familia, ver amigos, disfrutar del aire libre.


Ahora, permitidme un inciso literario: 

Elige tu propia aventura

Imagina que eres un adolescente de 18 años. Has pasado cuatro días en la casa de la playa de la familia y ahora vuelves a Madrid a estudiar. Vuelves solo porque tus padres se quedan dos días más y tus hermanas tampoco estarán...

Una vez puestos en situación, imagina que ese día por la mañana te envían a buscar pan para tu bocadillo del tren y, de paso, el periódico. En el quiosco, te encuentras un vecino. Es un señor agradable que siempre saluda. Ahora le acompaña un bebé en cochecito. Tú no te habías percatado ni de que existía el niño... Y eso que compartes patio de la comunidad.

El vecino te pregunta que cuándo vuelves y tú le explicas que hoy porque tienes que estudiar y blablabla. Él sonríe, entusiasmado, y te dice que vas a ir en el mismo tren que su hija (mamá de lo del cochecito) que viaja SOLA CON TRES NIÑOS. Te pide si podrás echarle una mano porque ella está preocupada por su llegada a Madrid.

Tus opciones (como adolescente):
  • a) Finges una enfermedad y decides quedarte en la casa de la playa con tus padres, pulsa aquí.

lunes, 8 de mayo de 2017

Feliz día de la Madre

Voy de tiendas y veo publicidad del Día de la Madre.

En todos sitios: ropa, zapatos, decoración, electrodomésticos, comida...

Y en Zara Home me he fijado en la foto. Una mujer en un campo de flores: sola, sonriente y con sombrero de paja. 

Y entonces me he visto reflejada en el espejo: con los tres (carro, patinete y a pie), un cubo de playa con tres peluches dentro, bolsas de haber comprado zapatos infantiles y una de una chaqueta para mí para cambiar a negra (esta mañana me he creído ser la de la foto y la he comprado beige), despeinada, ojerosa, cansada y un poco enfadada con ellos por no parar.

Estoy alejada de la imagen publicitaria, ¿quién se parece? Es difícil resumir una condición en una imagen; más aún cuando, menos mal, la hemos alejado de la señora con delantal...

¿Cómo me siento representada? Pues con la postal que me ha hecho Carmen en el colegio: la huella de su mano y un poema. Cuatro letras escritas desde su puño inexperto. Me emocioné. Es el primer regalo que recibo en este día.

Soy madre, de tres. Y muchas veces me siento desbordada, duermo poco, como mal y ha desaparecido una parte de mí.

¿Qué quiero en mi día? Tiempo. Para mí, para ellos y para mi pareja. Los planes y los sueños irán llegando.

Aunque también acepto flores, chocolate o unas Stan Smith.

viernes, 5 de mayo de 2017

En AVE sola y con los tres (parte 2)

Pues sí: el 6 de abril volvimos a coger un AVE los cuatro que ya sabéis.

Una vez más, yo había solicitado ATENDO, pero al llegar a las oficinas ni entré. Había muchísima gente y las madres insensatas no somos prioridad, por lo que podíamos esperar en vano y aumentar nerviosismo por miedo a perder el tren.

Yo viajaba con carro y silla de paseo, en vez de con el gemelar por doble motivo: no sé si éste pasa por la puerta del tren y si llevo dos, tengo más probabilidades de poder dejar uno SIN doblar. Está muy bien mi plan, pero eso hace inviable que yo pueda llegar sola a ningún sitio. Dos carros y un adulto no son una operación posible.

El papá nos acompañó hasta el control de seguridad y allí se ofreció a ayudar la pasajera que iba detrás. Ella me acompañó hasta el control de mi tren. Allí colaboró otro pasajero hasta la puerta de mi vagón. Como equipaje, además, llevaba un trolley pequeño que arrastró laBebé y una bolsa tipo deporte.

Subí a los tres. Senté a los mayores en nuestros asientos y coloqué las maletas. Había un hueco bastante grande junto al guardamaletas donde dejé el carro.

Un minuto antes de la salida, llegó una chica con un carro. Allí me pidió que yo moviera el mío para que cupiesen los dos. ¡Por supuesto! Como ya podéis imaginar, los mayores ya no estaban sentados en su sitio... Sino, junto a mí, entorpeciendo facilitando toda actividad.

Junto a esa zona vacía, había dos asientos en los que había un chico sentado. Se levantó y nos dijo que esos asientos eran libres para quien los necesitara, que él los ocupaba para estar más cómodo, pero que nos los cedía ya que éramos prioritarias. Yo le dije cuáles eran los asientos que yo NO iba a ocupar. Y allí pasó el trayecto.

No fue un mal viaje, más allá de que Hijo3 no durmió nada, Fajito se escapaba constantemente y que les dio hambre, pero no comieron ni lo que les había llevado ni lo que compré en la cafetería...

Ocupamos el espacio de paso constantemente, pese a mis esfuerzos porque se apartaran. Pero los turistas norteamericanos con la pegatina de su touroperador pegada en el pecho, fueron muy comprensivos. Una señora, incluso, me vino a decir que yo era una gran madre (¡gracias!)

A la llegada, el mismo chico que se había sentado en nuestros asientos, me ayudó a bajar una maleta, pero nada más porque tenía mucha prisa. Fue un bonito gesto, pero también fue una estrategia para bajar antes, ya que yo era la más cercana a la puerta y hasta que mis cachivaches no empezasen a bajar, nadie podría abandonar el tren.

Una vez en Sants, nadie se ofreció a ayudar y a mí me dio vergüenza (a veces soy un poco monguer), así que arrastré como pude a mis hijos hasta el ascensor (con apoyo psicológico de la otra mamá) para poder alcanzar a mis padres y sentir que había vuelto a superar la prueba.

Distintos momentos de nuestro periplo


martes, 2 de mayo de 2017

Fajito no dice Mamá

Comparar a los hijos​ es lo que no se debe hacer y lo que sí se hace. No me compararé con otras madres, pero yo sí lo hago: lo de comparar a mis hijos.

La cuestión es que Carmen habló bastante pronto (y aún no ha parado) y lo hizo TAN BIEN que su primera palabra fue "Mamá", aunque la usase para referirse a cualquier cosa, fue afinando y yo estaba encantada. Tenía 8 meses.

Manel, no.

A los 11 meses aquello ya era un clamor (para mí) y ya convencí a unas niñas para que se lo fueran repitiendo. Cada vez que lo veían: playa, parque, paseo... Lo normal. Mi padre también se hizo voluntario y le repetía "Ma-ma-ma-ma".

Y la presión no funcionó.

Yo también aportaba mi granito y le repetía "Ma-má gua-pa".

Una tarde, jugando con la arena, lo dijo. Yo me emocioné y él no lo repitió más.

La verdad es que, a día de hoy, tiene poco vocabulario, pero mucha capacidad comunicativa: su dedo señalador le proporciona lo que no alcanza por sí mismo...


Si quiere un cuento, te persigue para que se lo expliques; si quiere comer te lleva a la nevera y se pone un babero; si quiere salir golpea la puerta o se sienta en el carro...


La primera palabra fue avua (agua) y en diciembre empezó a decir Aià (Adrià); también dice no, , Úu (Núvol), y algo que suena a ota/eta para pedir sus pasiones: galleta, pelota, croqueta o bicicleta.
Hace más de un mes que dice Papá y he descubierto que a Carmen la llama Ape.

Otra de sus palabras favoritas es Caca y ya avisa "antes de", pero se niega a ser sentado en el WC.

Pete o petin es chupete y aquí sirve para todo como apoyo a su dedo señalador; esta Semana Santa la ha usado para todo haciendo moverse a familiares a su gusto... 

Obviamente dice Oa (Hola) y Diosh (adiós) aunque menos, apoyado por su grácil movimiento a modo de saludo de mano gordita.

En Altafulla dijo algo parecido a Àvia y llamaba al Ballo por el caballo al que dábamos de comer por las tardes.

En su cole hacen inglés y algunos días señala y dice dis (this) y ahora también usa plis (please) para pedir cosas.

Lo que más le gusta son las onomatopeyas y le encanta señalar dibujos de animales para que yo le haga el ruido. Hace un gesto de garra para los animales fieros y el día que fuimos al Zoo, estuvo encantado. He complementado enseñándole a golpearse el pecho a lo King Kong cuando vemos el cuento de un gorila y ahora lo usa con todos los monos.


Sé que algún día me llamará y yo me arrepentiré de haberlo deseado porque no parará.

Por ahora, mi consuelo es que cuando le digo "Mamá", él me contesta Apa (guapa).



ACTUALIZACIÓN: ME COMPLACE COMUNICAR QUE EL 12 DE MAYO DE 2017, MIENTRAS YO ESTABA EN EL BAÑO, ÉL ME LLAMÓ "MAMÁ" Y ME TRAJO UNA PELOTA.

miércoles, 19 de abril de 2017

Los deberes de Faji

Ayer fui a buscar a Manel a la escuela infantil, no voy casi nunca. ElPapá tenía una comida de trabajo y yo en plena motivación postvacacional, dije que ya iba yo.

Así que salí de casa con Hijo3 y el carro gemelar, paré a comprar merienda, caminé 25 minutos hasta el colegio de la mayor, recogí a Carmen, cogimos un bus, después el Metro y caminamos otros diez. ¡Ya estamos! Una hora y media más tarde después de salir de casa (y hay que volver).

Una vez allí, vi un mural en el que el dibujo de un mono explicaba que quería conocer Madrid y si los niños de la escuela se lo podían enseñar (lo típico de pasear un peluche y hacerse fotos para contarlo luego). La profe de inglés me dijo que los fines de semana ya estaban reservados. ElPapá ni lo habría mirado y no nos había apuntado. Yo soy una madre participativa y plasta y dije:

-Me lo llevo hoy.

Estas cosas me gustan y se me dan bien. Pero hay que ser realista, mi barrio no es muy enseñable: no por feo, sino por aburrido. Pero alguna cosa encontraríamos...

Pensé en hacer una foto en la Puerta del Sol, pero me pareció obvio y no me había fijado si alguien ya la había hecho; además, me da mal rollo con los personajes infantiles pedigüeños. Al acercarnos, hacía mucho calor y los tres empezaron a llorar por eso. LaBebé propuso quitarse la blusa e in en camiseta interior de tirantes. Yo hice lo contrario, quitar la de tirantes y conservar la parte de arriba. Intenté hacer lo mismo con Manel, pero era difícil quitar body sin sacarlo del carro y yo no pensaba

lunes, 17 de abril de 2017

Los papeles de Carmen

Hubo un día que en un arranque de inteligencia (los tengo escasos y los aprovecho), adjudiqué una bolsita portadocumentos a cada uno de mis hijos, son semirígidas y tienen cremallera. Hubiese preferido un sobre, pero no había en el chino el día que fui. Compré dos: una rosa para ella y una verde para él (sí, lo sé).

Poco después, percibí la llegada de Adrià y compré una tercera (roja).

En cada una se guardan las cosas de la criatura en cuestión: cartillas de salud, citas médicas, DNI, historial de vacunación y algún documento importante más que me interesa tener a mano.

Los llevo en la bolsa de pañales que cuelga del carro de Hijo3.

Y a laBebé había que añadirle otro documento: en Madrid, los niños y niñas deben usar tarjeta de transporte propia desde los 4 años (que es gratuita hasta los 7). Así que cuando cumplió años (4), yo ya sabía que si me encontraba algún revisor, ella se lo diría. O al conductor, o a quien fuese. Que ella ya tenía 4 años y ya pagaba.

Por ello, para no pasar vergüenza y evitar una multa, pedí cita previa para ir a tramitar su tarjeta, lo pedí en Sol (entonces, dos meses después de llegar), era de los pocos sitios a los que sabía llegar y aseguraba su accesibilidad.

El día indicado recogí a laNiña en el cole, cogimos el bus desde Moratalaz hasta Goya, donde hay ascensor en el Metro para llegar a Sol (donde también hay ascensor). Acompañadas de Hijo3, y con el carro gemelar, recogimos a Manel en su escuela infantil y llegamos a la oficina de la estación.

Hicimos la tarjeta sin problemas; y, al terminar, pensé en ir a merendar por allí cerca, pero me venció la pereza y el desconocimiento de sitios kidsfriendly para mi tropa; así que emprendí el camino de vuelta: metro hasta Goya y, desde allí, bus.

Cuando fui a pagar en el segundo transporte, me di cuenta que me faltaba una bolsita: la de ella; la que había usado para guardar su tarjeta de transporte. Los metí en el bus y allí busqué con más calma: nada. La había perdido: DNI, cartilla de salud asturiana, vacunación, tarjeta sanitaria madrileña y tarjeta de transporte hecha ESE DÍA.

Sólo pensar en pedir copia y renovación de todos esos documentos, se me hacía bola.

Pensé que se me habría caído en el metro y mi deseo era que lo encontrase alguien y lo depositaran

jueves, 6 de abril de 2017

En AVE sola y con los tres (parte 1)

Si todo va bien, a las 10:30 de este jueves 6 de abril, estaré en un AVE que me llevara a Barcelona SOLA con los tres.

Esta misma aventura, ya la experimenté el 27 de diciembre en las mismas circunstancias, con el agravante de que Hijo3 tenía dos semanas justas. Yo soy así: insensata y decidida. No me pierdo un período vacacional sin pisar tierras catalanas; llego como sea.

Aquella vez, fue bien. Llegamos a destino (que no es poco) bastante dignos y sin altercados reseñables.

Yo había solicitado ATENDO para mi billete y el de Carmen que aún no tenía 4 años (edad a partir de la cual los niños pagan, pero yo le contraté billete y asiento). Al llegar, había mucha gente reclamando su ayuda y estuvimos a punto de quedarnos sin (hay prioridades comprensibles: invidentes, sillas de ruedas, etc.), pero para mí era materialmente imposible llegar sola al vagón porque llevaba dos carritos y una maleta. Al final, la persona que estaba sentada en la oficina, se levantó a acompañar a una señora mayor (quería ayuda con su maleta) y a mí.

Al llegar al tren, subí a los niños, plegué un carro, dejé el otro abierto y metí uno en el vagón (miradas de pasajeros), entré otro (algún resoplido) y me senté con el tercero en brazos (aquí el silencio era tan denso que creí que iba en el vagón equivocado), pero no. Simplemente, es que la mayoría de personas de mi alrededor, debían haber nacido siendo adultas ya y les parecía cansino y

lunes, 27 de marzo de 2017

La gimnasia de Mamá

Cuando yo era pequeña vivía (y aún ahora, mis padres) enfrente del colegio en el que estudiaba.Y mi madre formaba parte del APA (aún no existía la M de madre en las asociaciones de los colegios).

No sé qué edad tendría yo, pero calculo que unos 6 cuando la asociación ofertó una actividad extraescolar para padres y madres: gimnasia de mantenimiento. Era los martes y jueves de 21 a 22:30 horas. Mi madre se apuntó inmediatamente. Estaba contenta, le gustaba ir.

Pero eso repercutía en nuestras vidas infantiles: esos días no nos acostaba ella. Nos dejaba a cargo de alguna de mis hermanas mayores que llegaban al final de nuestra cena. No me gustaba. El egoísmo infantil es así. Me acordé el otro día...

Prefería que se retrasaran y fuese mi madre quien tuviera que renunciar a su rato y nos acostase ella... La recuerdo enfadada o malhumorada por no haber podido asistir. Y yo estaba contenta de no perder su beso de buenas noches o que me arropara. ¡Qué injusto! En aquella época, ella no trabajaba y esas tres horas semanales eran su tiempo para ella. 

Bajaba la vecina de arriba (madre de dos que también iba) y llamaba al timbre. Siempre, unos minutos antes de las 9.  Nosotras abríamos:

-Es Maríaaaa. -Decíamos.

jueves, 9 de marzo de 2017

Una tirita de los Minions

El otro día, en el parque en Madrid, laBebé (con sus cuatro añazos ya) se cayó y se hizo un rasguño en las manos y pidió una tirita. Y yo llevaba una en el bolsillo: una tirita de los Minions.

Intenté explicarle la historia a la mamáamiga que estaba a mi lado, pero no me conoce más que de recoger en el cole y compartir algún ratillo, así que lo cuento aquí:

"El 1 de septiembre, elPapá se fue a Madrid a trabajar y dejó en Gijón al resto de la pandilla, así que estuvimos sobreviviendo con la dignidad que dan: un bombo de más de 30 semanas, una niña y un bebé que conviven en un dúplex.
Todos los viernes recibíamos la visita de elPapá, pero esa semana llegó el jueves (20 de

jueves, 23 de febrero de 2017

Ingresados y altados

Fajito tiene boca-mano-pie y nos lo devolvieron el lunes de la guardería.

Había tenido fiebre viernes y sábado, le vi unos granos en tobillo y labio, pero somos  irracionales y lo llevamos a la escuela igual.

Esa misma tarde fuimos al centro de salud a confirmar diagnóstico y a que me dieran consejos de "cómo no enfermar todos en cadena".

Hijo3 estaba gruñón y la pediatra lo exploró. Tenía febrícula y nos indicó que debíamos ir al hospital.
Cogí dos autobuses con mis tres queridos hijos y encontramos ya a elPapá a la puerta de Urgencias. 

Él se llevó a "los mayores" y quedamos a la espera.

La primera tira de orina salió limpia y nos mandaron a casa, debíamos volver al día siguiente.

Al empijamar a los mayores y bañar al pequeño, nos llamó la doctora de Urgencias, parecía que sí

jueves, 14 de enero de 2016

Compañeros de hospital (III)

Ahí va mi tercer (y espero que último) episodio de "compañeros de habitación hospitalaria).
En pediatría ingresamos el jueves. En una soleada habitación con cuna junto a ventana. Estuvimos solos los primeros días.

La madrugada del sábado al domingo (la primera que yo no dormí aquí), apareció una madre con su bebé de 23 meses. Yo ya los vi al llegar por la mañana.

Soy de natural simpática ;-) 
Bueno, no soy arrolladora, pero sí amable y habladora. Pero la "vecina" era un hueso...
Enfadada con su niño asmático. Lo tenía encerrado en la cuna. Él era muy simpático y quería jugar (edad, ventolin, circunstancias). La madre no paraba de reñirle. Sus intentos de "entretenerle" no superaron el minuto en ningún momento. Enseñar un vídeo en el móvil y darle un paquete de pañuelos...

Por la tarde aparecieron numerosos familiares. Barullo y ruido en la habitación. Se lo llevaron a jugar. Aquella noche durmió una abuela y por la mañana, llegó ella con otra.
En las habitaciones, el máximo de acompañantes es de dos personas, pero sólo una de nueve de la

domingo, 10 de enero de 2016

16 días en 16 semanas

El pasado 31 de diciembre terminó mi "permiso de maternidad" (y el año 2015, lo sé).


Desde ese día estoy disfrutando de la Lactancia compactada que me durará un mes.

El 1 de febrero volveré al colegio a trabajar.

Tres días después, mi hijo cumplirá cinco meses.

Y aún gracias que he arañado una semana que reclamé por el primer ingreso hospitalario del niño... Del segundo, no me van a dar ni las gracias por intentarlo.

De hecho, llamé al sindicato (al que estoy afiliada) y me dijeron que no me correspondía nada porque yo ya estaba disfrutando de un permiso. Pues eso, genial.


Estoy triste y enfadada. Las mujeres trabajadoras tenemos un permiso que da pena... Así, sin más. Es horrible.

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