miércoles, 30 de julio de 2014

Gaza

Llevamos ya muchos días con los bombardeos de Gaza. Una guerra muy larga y olvidada. Salen frecuentes artículos para recordarnos donde empieza todo esto.

Vemos las imágenes con horror y pasamos a lo siguiente: playa, comida, Twitter... Lo que sea. Soy la primera. Son muñecos en las imágenes, no puedo imaginar que eso sea real. Porque si lo pienso, no respiro.

Lo pensaba anoche y lo pienso ahora en la quietud del sofá estival mientras el Yayo ronca en un sillón.
¿Qué sería de mi Yayo allí? Bombas, muerte, hospitales abarrotados.

Pienso en las madres, hijos como laBebé. Lloran, se asustan, tienen rabietas. Quieren silencio, quieren dormir, quieren reír, quieren jugar, QUIEREN VIVIR.

Las madres les buscan protección entre las bombas, pero ya no hay refugio: hospitales, escuelas, sedes de la ONU, playas, iglesias. No queda nada...

Y si encuentran un lugar, ¿y tus padres? ¿Hermanas? ¿Familia? ¿Amigos? ¿Conocidos? ¿Vecinos? ¿Alumnos? No se puede proteger tanta gente frente a una ofensiva tan grande.

Yo no defiendo, ni justifico. Pero me pongo en el lugar del débil.

No sé qué podemos hacer. Si a alguien se le ocurre, que me lo haga saber.

Os dejo con el tuit que me ha vuelto a hacer recordar. La siesta post playa de mi hija me devuelve a mi realidad.

La de los privilegiados

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