Voy de tiendas y veo publicidad del Día de la Madre.
En todos sitios: ropa, zapatos, decoración, electrodomésticos, comida...
Y en Zara Home me he fijado en la foto. Una mujer en un campo de flores: sola, sonriente y con sombrero de paja.
Y entonces me he visto reflejada en el espejo: con los tres (carro, patinete y a pie), un cubo de playa con tres peluches dentro, bolsas de haber comprado zapatos infantiles y una de una chaqueta para mí para cambiar a negra (esta mañana me he creído ser la de la foto y la he comprado beige), despeinada, ojerosa, cansada y un poco enfadada con ellos por no parar.
Estoy alejada de la imagen publicitaria, ¿quién se parece? Es difícil resumir una condición en una imagen; más aún cuando, menos mal, la hemos alejado de la señora con delantal...
¿Cómo me siento representada? Pues con la postal que me ha hecho Carmen en el colegio: la huella de su mano y un poema. Cuatro letras escritas desde su puño inexperto. Me emocioné. Es el primer regalo que recibo en este día.
Soy madre, de tres. Y muchas veces me siento desbordada, duermo poco, como mal y ha desaparecido una parte de mí.
¿Qué quiero en mi día? Tiempo. Para mí, para ellos y para mi pareja. Los planes y los sueños irán llegando.
Aunque también acepto flores, chocolate o unas Stan Smith.
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