miércoles, 21 de mayo de 2014

Como una postal

Hoy me los he vuelto a cruzar por la tarde.

Son una madre invidente y su hijo de unos catorce años. Iban del brazo, él le hablaba bajito.

La primera vez los vi una mañana de sábado en el Muro de San Lorenzo.
Llovía.
Ella vendía cupones de la ONCE frente a la Escalerona, él le aguantaba el paraguas para protegerla. Me conmovió. Ternura, amor, orgullo, dignidad.

No puedo ni expresarlo.

Otra mañana yo paseaba a Pucca, él la acarició cuando pasábamos. La perra se acercó a la vuelta para pedir más mimos y yo me disculpé por el atrevimiento canino.

-Nos gustan mucho los perros. -Me dijo el adolescente, y a continuación cogió la mano de su madre y la guió hasta el lomo de Pucca. -Una perrina, mamá, tócala.

Tanto amor, tanta atención. Charlé un momento y me fui. Contenta por haber formado parte (como personaje secundario) de un momento emotivo.

Hoy los he vuelto a encontrar.

Iban del brazo.

Él le iba hablando bajito.


Y yo me he quedado otra vez sin palabras.

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