lunes, 19 de febrero de 2018

AVE veraniego

¿Vas a viajar sola con los niños? Arréglate. A ti y a ellos. No es un detalle menor, aunque sí te parezca superficial. A nosotros, nos funciona.

Otro Puccaconsejo: ENVÍA EL EQUIPAJE. Una maravilla entre las cosas. Es un poco estresante por tener que hacer la maleta con 48 horas de antelación y ya tener que decidir con qué ropa se va a viajar y que dejas en casa para los días intermedios, pero después te olvidas. Ya no le añades más estrés a las horas previas, tus maletas ya están en destino (y sale más barato que facturar en un avión) y evitas arrastrar más bultos que a tus propios hijos que ya son suficiente.

Este verano volvíamos a enfrentarnos (los niños y yo) a la aventura de viajar solitos hacia nuestro veraneo playero mediterráneo. Y los vestí a juego, peiné, perfumé y yo me peiné un poco.


Como somos un desastre (yo), pedí un Cabify, pero no especifiqué cuántos (y variados) niños viajaban conmigo, así que la conductora no me llevó. Esperé a elPapá en una terraza para llegar a la estación en nuestro coche y con las sillas correspondientes.

A la llegada, sí hay sillas para todos.

En Atocha, comimos una hamburguesa (además, elegantes) con un calor terrible y ya pudimos acceder al tren con el carro gemelar. ¡Cabe! Las puertas de los trenes miden más de 63 centímetros (medida de ancho de nuestro Mountain Buggy Duet) así que pude entrar sin tener que soltar a Bollito por el suelo de ningún sitio. Entré, los coloqué en el asiento y plegué el carro.

En los trenes, no se paga billete (ni se ocupa asiento) hasta los cuatro años, así que sólo las chicas tenemos. Por eso paso poco tiempo sentada; además, no se suelen quedar muy quietos. Di una vuelta por el tren, en busca de los asientos de silla de ruedas (me dijo un interventor que si no están ocupados, las familias podemos usarlos y tienen más espacio) en los que había dos policías.
Al volver, Manel se sentó junto a Carmen y yo tenía a Adrià en la mochila portabebés. Estaba de pie, al final del vagón. Se me acercó un señor y me dijo que tenía mucho calor, que se sentía mareado y que si le dejaba sentarse en la maleta que yo tenía enfrente (que no era mía), le dije que sí y mientras movía a los niños para ofrecerle uno de los asientos, vi cómo perdía el conocimiento.
Me quedé de pie, aguantándole y dije en voz alta:
-Perdón, ¿alguien me puede ayudar?
Enseguida hubo varias personas que llegaron junto a mí. Lo movimos a la plataforma entre vagones, allí lo estiramos en el suelo y le levantamos las piernas. Llegó el interventor y la policía. Yo expliqué lo sucedido y me retiré. Seguía teniendo un niño colgando y dos más que una pasajera había llevado un poco más lejos del tumulto. No podía ayudar más.

Recuperó un poco la conciencia y lo llevaron a su asiento, viajaba solo. Pidieron un médico y bajó por su propio pie (ayudado) en Zaragoza, donde le esperaba una ambulancia. Espero que esté bien y sólo fuera un golpe de calor.


Nuestra llegada a la playa fue correcta y aquella noche mis hijos se bañaron en una fuente del paseo marítimo a ¿25 grados? Ante el disgusto de laÀvia por si cogían frío. La niña perdió una zapatilla.



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