viernes, 16 de febrero de 2018

Manel se pierde

Su primer viaje sentado en el autobús
Manel se pierde. Tengo que asumirlo. Es un pasota, él decide su camino-. Justo ayer, iba él por el Carrefour con una moto de juguete de exposición y decía "Pallá"; ante mi ataque de nervios con Carmen en otra moto y Adrià en el carro sin capacidad de reacción.

El rey de la velocidad al escapar

Salí con una contractura tal que pasé el resto de la tarde en casa, con ellos encerrados entre cuatro paredes.

Aquí me ausculta tras una taquicardia

Nuestra primera vez fue este verano pasado en Madrid, una tarde de junio en la que yo estaba parapetada en la salida del parque vallado y, de repente, él ya no estaba dentro. ¿Por qué? Pues porque saltó a través de un banco por el extremo opuesto. Carmen avistó una cosa blanca (el color de su camiseta) huyendo tras un perro a mucha distancia. Sí: era él.

Y este agosto, menos de una semana después de que la policía viniese a rescatarlo, llegamos a Gijón. Fuimos al parque de Begoña una soleada mañana de marea alta, allí estábamos los Puccos al completo. Carmen girando, Adrià en su carro y vestido a juego con Bollito, Manel. Yo le iba siguiendo por el parque, que ya me lo conozco, pero tampoco puedo maniobrar bien con el carro gemelar y no puedo dejar al pequeño constantemente abandonado...

Nos encontramos a unos conocidos y me despisté saludando. Y ya no estaba, no veía sus pies (había estado metido en una casita bajo el tobogán). Alerté a elPapá que no me creyó. Fui una vez, dos. Di un pequeño volteo; volví a decírselo al progenitor. Vuelta más grande: no está.

Cuando no se escapa, es adorable
Ahí ya se hizo cargo su padre, mientras yo recogía a Carmen y la arrejuntaba al bebé. Pedro ne hizo un gesto desde lejos de que no le veía; y que iba a dar una rodeo mayor.

En ese momento, mi marido tuvo una visión: el carrusel. Objeto atrayente que gira con bayos y otros amigos de nuestro Houdini. Y allí le encontró. En brazos del feriante, girando tan tranquilo. La policía local también estaba allí, avisados por los propietarios del tiovivo. Nos identificamos y le pudimos recoger.

Él habiá llegado hasta allí por su cuenta y riesgo y se había dispuesto a subir sin encomendarse a nadie (cosa que logró). Le pareció muy mal que yo le obligara a bajar. Pagué dos viajes más, que no le parecieron suficientes y saludamos a aquellos amables señores cada vez que pasamos por allí.

¿Qué he aprendido? Que existen mochilas con correa:

Y que su hermana lo conduce fenomenal


No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Me encanta leer comentarios!

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...