martes, 16 de julio de 2013

Yo, de mayor, voy a ser gitano

El sábado por la noche vi empezar la película "Camarón" con Óscar Jaenada. Sólo debí ver la primera media hora y no la puedo juzgar, pero no me convenció. Me parece que es un cuadro costumbrista, dulcificado y falso sobre la realidad. En una escena salen en la escuela y el maestro (cura en ese caso) pregunta a un niño qué va a ser de mayor. Él contesta:
-Yo de mayor voy a ser gitano.

(Risas).

Y ésa es la realidad. Yo he tenido alumnado gitano a lo largo de mis años como maestra barcelonesa y no son para reír.


AVISO: ESTE POST PUEDE HERIR SU SENSIBILIDAD. RECUERDE NO SOY MÁS QUE UNA TRISTE MADRE BLOGGER QUE ESCRIBE LO QUE PIENSA.


Anécdotas graciosas tengo muchas:
  • Un día le pregunté a un alumno (que había estado en el ZOO ese domingo) si había mucha gente. Él contestó: "Gitanos, pocos".
  • Tuve otro que me preguntó: "Pero, profe, ¿tú trabajas?". Y ante mi respuesta afirmativa replicó: "¿De qué?"
  • Otro escribió que de mayor (además de gitano, supongo) quería ser "atracador navajero" e ir a visitar la tumba de Camarón.
  • Una niña me preguntó que por qué iba yo a clase todos los días.
  • Me encontré, en medio de un pasillo, a una niña de seis años llorando. Le pregunté que con quién estaba, a qué clase debía ir. Me dijo "me toca aprender" y no recordaba dónde. Le tocaba clase de refuerzo con la maestra de Educación Especial.
  • La mayoría tenían mote y eran incapaces de saber los verdaderos nombres de sus padres (por ejemplo) o, incluso, de su sobrino de cinco años: Paco lo llamaba, pero la criatura se llamaba Luis.
  • A Paco le habían dicho que su padre se estaba sacando el carnet de conducir de Fernando Alonso y por eso estaba encerrado, hasta que lo tuviera. Sí, estaba en la cárcel.


Y así podríamos seguir. Un ratito, explicando gracias de su ingenuidad o de su forma de vivir. Pero eso lo
dejo para la conversación banal y para ilustrar cómo eran mi vida en esa escuela. También hay que destacar que eran una comunidad marginal y endogámica, que hay muchas otras realidades, pero ésta era la mía.

Algunos de los míos esos primeros años: 
  • Uno (simpático, dicharachero), diagnosticado como retraso mental grave, pero su principal problema era el absentismo. Prácticamente analfabeto a los 10 años. Lo tuve dos cursos. Nos dimos cuenta de que necesitaba gafas (tras muchos dolores de cabeza de él), no se compraron; la asistenta social los persiguió durante meses y compró unas, nunca se las vi. Nunca pisó un instituto, ni lo preinscribieron.
  • Ella (callada, tímida, le daba lacha ducharse con las otras niñas tras la Educación Fïsica). Un retraso mental grave real, muy absentista. Analfabeta, al principio, mejoraba pero se le olvidaba lo aprendido en las ausencias. Algo fue haciendo y la apuntaron al instituto, no fue. Les dio miedo.
  • Mi tercero (un gran bailarín, con un gran corazón, callado, pero simpático). Retraso mental grave. Copiaba lo escrito cómo quien hace un dibujo, no conocía ni una letra al principio; su padre también era analfabeto (con apenas 30 años). No sabía encontrar las palabras para expresarse de forma oral. Incapaz de diferenciar la "a" y la "e" cuando ya sabía leer y escribir algo mejor. Le tuve tres cursos, ya que le hicimos repetir 6º. Y después llegó el conflicto: se lo intentó derivar a una escuela de Educación Especial; la madre aceptó; el padre, no. Hubo, incluso, una reunión familiar para tratar el tema. El "no" fue tajante. Como iban fuera de plazo no consiguió plaza en un instituto regular. Al año siguiente, al ver su expediente tampoco le quisieron. Lo último que supe es que seguía sin escolarizar.
El tercer curso (con aquel repitiendo) tuve seis gitanos en total: 
  • Dos niñas (no fueron al instituto), eran listas y bastante trabajadoras, pero la edad y el género empezaban a pesar. Faltaban mucho. Como ya no iban a estudiar más, no tenían más interés por aprender.
  • Otro con una situación parecida al repetidor (que debía ir a la misma escuela de Educación Especial que el otro y también se negaron). Faltaba muchísimo.
  • El atracador-navajero que también tenía dictamen de Educación Especial y fue al instituto poco y mal; lo expulsaron por el comportamiento y después se fue a vivir a Burgos cuando su padre salió de la cárcel. 
  • El último del cuadro era gitano rumano (también con dictamen de Necesidades Educativas Especiales), ya había vivido en un centro de acogida y los Servicios Sociales vivían grapados a su familia; dos años después de acabar la escuela, les volvieron a retirar su custodia. Fue a parar a un centro cerca de mi piso del Raval. Me lo encontré alguna vez cuando paseaba a Pucca. Nos abrazamos y charlamos con ternura. Había sido un niño difícil, pero quién no lo iba a ser en sus circunstancias.
Y así podría seguir con un sinfín, pero vamos a eso: a sus circunstancias.

Si a tu alrededor no hay interés por la escuela, si tus padres y abuelos no saben ni te lo quieren inculcar. ¿Cómo vas a aprender tú? Y hay quien pensará en sus propios abuelos que tenían ese afán por aprender, pero es que ellos lo habían visto en casa, que se decía que ir al colegio era un progreso y una situación de privilegio. Pero en las casas de estos niños, no pasa.

Y, si la vida fuera una película, hubiese surgido una flor, un rayo de luz y de esperanza para que alguna familia o algún niño o niña que hubiese querido seguir estudiando para tirar adelante y mejorar su vida. Para eso nos esforzábamos todos los días, para que tuviesen ganas de venir al colegio con su contenido adaptado y con aprendizajes comunes; para que se sintiesen parecidos a los otros, pero especiales para nosotros.

Hacíamos teatro, obras musicales en 6º de Primaria. Siempre nos entusiasmó verles subidos en el escenario, bailar (¡qué bien lo hacía el repetidor!), cantar (el atracador-navajero era buenísimo), decir su frase, estar allí y disfrutarlo. Soñamos con hacerles sentir parte de nuestra comunidad escolar, que quisieran estar con nosotros.
Tuvimos de todo: los que no se presentaron a la actuación, el que perdió la ropa antes de venir y actuó en chándal...
A casi ninguno les vinieron a ver sus padres, tenían que ir al Culto.

Y ésta es mi historia. Lo siento si no acaba bien. Que me perdonen los que se sientan ofendidos por mi falta de sensibilidad ante su duende y su forma de vivir. Yo sólo quería que hubiesen sido niños corrientes, con sus parecidos y sus diferencias, y con un futuro de igualdad y oportunidades por delante.


Lacha: voz gitana procedente del sánscrito lajia. Significa pudor.

El culto es la sesión diaria de Iglesia Evangélica de Filadelfia.




En la imagen: el año de los seis, después de un ensayo de danza.

10 comentarios:

  1. Es un tema espinoso, pero hay mucha verdad en tus palabras.

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    1. Es muy espinoso porque hay muchos prejuicios (de un lado y del otro). Lo malo es que siempre pagan los niños...

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  2. Has sido muy respetuosa, has contado lo que pasaba en tus aulas y que eso pasaba como consecuencia de lo que pasaba en sus casas.Si que son un comunidad muy especial, y si que es verdad que ellos mismos , en ocasiones se auto-marginan (entendiéndolo desde el lado escolar y del aprendizaje) anteponen sus costumbres y jerarquías a las habilidades y capacidades de mejora de los "suyos". UN beso!

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  3. Yo fui a un colegio público que estaba al lado de unas viviendas sociales en las que vivian muchos gitanos,y en consecuencia todos los niños gitanos venían al cole. Recuerdo, en los años 80, como las profesoras los sentaban a parte en clase, e incluso los ponían con la mesa mirando a la pared. La mitad de los días no venian y en 6º de EGB ya no quedaba ninguno en clase, los chicos se ponían a trabajar y a las chicas las casaban. EL 80% de los que venian a clase conmigo han estado o están en la cárcel. La integración era casi imposible porque los profesores por aquel entonces no estaban por la labor y las familias gitanas tampoco. Veo que vosotros ahora habéis avanzado en el ámbito de la escuela, solo espero que poco a poco la sociedad gitana se vaya abriendo mas. Un saludo

    La Madre Ninja

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    1. Gracias por el comentario. Tú conoces esa realidad de más cerca y por más tiempo.
      Cuando llegué a ese colegio, ese "grupo" había tenido un maestro mayor que se había jubilado el curso anterior. En el momento de repartir material, los alumnos me preguntaban si le daban a los gitanos: no se les solía dar compás, atlas o regla porque no hacían esas actividades; tampoco se les entregaban los libros de texto. Ellos siempre lo tuvieron conmigo porque, justamente, ellos debían usarlos más que los otros.
      Un saludo.

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  4. Prometí una respuesta extensa sobre este tema poléico y ahí va. En mis ya largos años de docente de Secundaria también he tenido alumnado gitano. Hablemos de ellos.
    Hace ya años (unos 15) trabajé durante un curso en un instituto público de Sabadell, en el centro. La mejor experiencia de aquel curso fue colaborar en el aula-taller. Una inmensa nave de taller (antiguo centro de FP) con una pequeña aula adosada. Allí se atendía al alumnado con dificultades. Todos los gitanos formaban parte del aula-taller. En aquel momento (no sé ahora) el alumnado del barrio gitano de Sabadell se repartía por los diversos centros de la ciudad.
    Peculiaridades que descubrí:
    - Ellas se despertaban antes que los hermanos para prepararles los bocadillos.
    - No pagaban los libros de texto. Si los perdían, se iban a ver al director a pedir unos nuevos.
    - Una de las famílias estaba muy preocupada porque su hija tenía ya 14 años y estaba muy grande y muy guapa y temían que la violasen en los lavabos.
    - Uno de los muchachos llevaba audífono, pero sin pilas. El retraso escolar de este muchacho era enorme. Yo hacía listas de vocabulario con catálogos de supermercados (arroz, tomate, chocolate...).
    - Uno de los niños gitanos de 1º ESO tenía a sus iguales aterroizados pues un día quiso atracar a un compañero en el patio. Era muy bajito, pero se encaraba con el director sin dificultad alguna.

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  5. En los siguientes años, bastantes, no he tenido alumnado gitano (a cambio, he conocido mucho mundo: pakistaníes, peruanos, colombianos, salvadoreños, hondureños, ecuatorianos y marroquíes... seguro que me dejo algún país).

    Este curso he sido la tutora de un grupo de 2ºESO encantador (movidos y folloneros, pero cariñosos y agradecidos). Entre ellos había dos niñas gitanas. Ambas muy educadas y muy guapas. Está claro que están un paso por delante de los alumnos de la esclava de Núvol, porque han llegado a la ESO y confio ciegamente que obtendrán el título de Secundaria en un par de años.
    Hablemos de ellas. Estas dos niñas son muy amigas entre ellas. En el patio están SIEMPRE con la prima de una de ellas (gitana por supuesto). Apenas se relacionan con los payos. Las relaciones son correctas y cordiales, pero no de amistad. Detalles de ellas:
    - Una de ellas es muy absentista. Llamas a su casa y no hay respuestas satisfactorias: se encontraba mal, estábamos pintando el piso... Cuando viene a clase, su rendimiento es bueno, pero el absentismo limita sus resultados. Es inteligente, educada y trabaja pulcramente. Es una belleza gitana, guapa de verdad. Está prometida a sus 14 años. Asegura que piensa obtener el graduado y yo quiero creerla.
    - La prima de una de ellas contó este curso en la clase de Ciudadanía que a su tía el marido no la dejó trabajar. Encontró trabajo en un bar y él se lo prohibió: demasiados hombres. Ella siguió buscando y encontró trabajo de dependienta en una tienda de ropa infantil. Eso sí: allí entran mujeres y niños. No hay peligro.
    - Esta misma alumna explicó que ella tiene que ir acompañada a todas partes por su novio. Relató que unos días antes había ido a hacer un trabajo en grupo y el novio la acompañó (no fuese a pasar algo).

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  6. - En octubre llegó una alumna nueva a la clase. Su madre es sudamericana, pero ella se definía como gitana. Ni padre ni madre son gitanos, el novio es gitano. Los resultados escolares eran nefastos "¿para qué voy a estudiar? cuando nos casemos no podré trabajar, él no me deja". Te hablaba abiertamente de familia en la cárcel, de negocios ilegales... pero ella quería vivir con los gitanos y ser gitana porque le ofrecían un ambiente de familia y solidaridad interna.

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    1. Irene, muchas gracias por tu macrocomentario. Conoces realidades parecidas con niños mayores. Otro punto de vista. Un beso.

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