lunes, 27 de enero de 2014

Duelo

Dos años habría hecho que Pucca llegó a casa. Un año que lo hizo laBebé desde el hospital.

Ya hace cinco meses que no está Pucca. Su recuerdo sigue, pero la tristeza se ha ido. No digo que no la eche de menos (que sí), pero ya no me duele cuando la recuerdo.

La desaparición de un ser querido (animal, en este caso) es dura porque ya no está. No le puedes llamar, tocar, mirar, hablar... Si vivía contigo es mucho más desgarrador al principio porque la ausencia es muy explícita. Yo recogí todas las cosas de Pucca a la mañana siguiente de que ella muriera (y lo hizo por la tarde), no quería estar en el sofá junto a su cama; ni ver su comedero en la cocina; sus juguetes; sus correas... Lo dimos todo a la Protectora. Sin dudarlo.

Por eso Peggy no tuvo nada heredado y le vamos haciendo su ajuar poco a poco, adaptándolo a sus necesidades.

Eché de menos a Pucca en cada uno de mis movimientos: cuando me duchaba (ella se tumbaba en la alfombra del baño), cuando salía a la calle, cuando llegaba a casa, cuando viajamos, cuando comía, cuando veía la playa, cuando hablaba con mi madre, cuando jugaba con laBebé, cuando... Cuando todo.

Desde que tuve a Núvol asumí que el hecho de tener animal (para mí) es una afición. Me gusta tenerlos. Así que si, por desgracia, perdía a uno, y seguía teniendo ganas, tendría otro. "Los animales tienen reemplazo; las personas, no" decía. No es del todo cierto. Los animales no tienen reemplazo, pero puedes ocupar el lugar. Si tienes amor/tiempo/espacio/cariño que entregar, debes llenarlo. Hay muchos otros esperando por ti y no creo que esperar mucho o poco vaya a cambiar nada. Es algo que debes sentir y hacerlo.

Si volvemos al duelo, diré que creo que el mío ya está terminado. Durante semanas, me acordé todos los días (especialmente los viernes) hacia las ocho de la tarde. Aún, si lo pienso, me planteo qué podría haber hecho diferente, qué habría cambiado las cosas...

Y me doy cuenta que yo ya he acabado el mío, pero algunas de las personas que la querían, no. Supongo que el hecho de que ya no la vieran; ellos están en Barcelona y Pucca estaba en Gijón, ha hecho que no hayan sufrido tanto el vacío y no lo hayan podido llenar.

Lo noto cuando involuntariamente comparan a Peggy con Pucca. Era más guapa, jugaba más, era más rápida... Lo que sea. Pero cada una tiene su parte maravillosa y yo no cambio a una por otra porque las querría tener a las dos. Así que disfruto a la que tengo. Con esto no quiero reñir ni hacer sentir mal a nadie; sólo digo que estoy feliz y encantada con Peggy.

Aquí está. Duerme junto a mí. Sale y pasea perfectamente. No ladra. Está empezando a jugar con otros perros. Y yo la quiero muchísimo. Contiene su amor y el de Pucca.

Ella ha sido mi mejor ayuda ante el duelo.


Pucca, al poco de llegar, cuando aún tenía cama provisional.

4 comentarios:

  1. Gracias. Lo escribí del tirón, como lo sentía.

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  2. Cada vez q hablas de ella me emociono y no puedo contener las lagrimas. Si a mi nunca me habian gustado los perros!

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    Respuestas
    1. Pero Pucca era NUESTRO perro. Y Peggy también mola un montón. ;-)

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